Recuerdo que una nutricionista experta en alimentación infantil una vez me comentó que la comida entra por los ojos. Y que en el caso de los niños, la clave es presentarles los alimentos de manera atractiva combinando colores. Bueno, de eso me acordé cuando leí una nota de Club Darwin, en la que explican el efecto de los colores de las preparaciones en el apetito de los comensales.

Una encuesta realizada a cinco mil personas de diez naciones (Estados Unidos, México, Brasil, Gran Bretaña, Francia, Polonia, Rusia, India, China y Australia) demostró que los consumidores prefieren los desayunos, almuerzos, cenas y snack que contengan los colores anaranjado, rojo y amarillo, y por el contrario, tienden a rechazar los azules y morados.
Esto tendría relación con que estos últimos son los colores típicos de los alimentos sintéticos que no se encuentran en forma natural en la naturaleza. Eso haría que las personas inconcientemente los eviten y privilegien lo natural. Creo que es vital poner atención a esto porque nos llenamos de productos artificiales, colorantes y preservantes presentes en casi todo lo que comemos, y olvidamos que una alimentación basada en lo natural es lo mejor para nuestra salud.